Puebla, una bella monstruosidad

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    Un valle de condiciones paradisiacas, que experimenta un crecimiento imparable y retador

    XAVIER GUTIÉRREZ

    Lunes, Febrero 19, 2024

    De los veintitrés lugares que hay en el mundo con el nombre de Puebla, estoy seguro de que no hay ninguno con la belleza de esta ciudad.

    Desde su origen la geografía le da un sitio de privilegio. Su clima gratísimo, a veces inadvertido por la costumbre de quienes aquí vivimos, ubica a la ciudad en un lugar especialísimo. Envidiable en muchos sentidos.

    Basta una prueba sencilla y elemental: la gente aquí puede vestir diario como bien le plazca, y todo le queda bien, todo va y luce con el clima.

    Cualquier guía, por gusto o capricho, usted puede usar camisa, chamarra, suéter, guayabera, playera, corbata, abrigo o traje, y hay clima y hora para lo que usted guste.

    Tenemos un clima promedio que andará entre los 21 y 23 grados casi todo el año, sin tener que soportar el frío o calor en grados extremos, como ocurre con el norte, las costas o el sureste.

    Contamos también un suelo fértil a tal punto que aquí mismo en la zona metropolitana usted siembra diversos frutales y prácticamente todo se da.

    Un caso personal: algún día sin darme cuenta tiré semillas en un pequeñísimo jardín de apenas seis metros cuadrados, y ahí nacieron un limonero y un guayabo. Y hay gente aquí que tiene papayas, fresas y uvas, entre otras múltiples frutas.

    El paisaje es otro obsequio de la naturaleza. Cuatro enormes montañas custodian el valle. Y en días como estos, la princesa y el guerrero náhuatl que la leyenda cuenta, se visten de blanco hasta el tobillo y ofrecen a propios y extraños un espectáculo nevado maravilloso.

    Para los poblanos no son atípicos la lluvia, el frío y la nieve de estos días. Cada año tres o cuatro días de enero o febrero la historia y las estampas se repiten.

    Con un regalo excepcional poco apreciado: algún día escuché decir a un estudioso del campo y clima que, la consecuencia de estos días de montañas nevadas en Puebla, se traduce en la garantía de por lo menos un mes de agua abundante para consumo de los habitantes de esta capital.

    Los mantos freáticos, decía, se cargan generosamente para el disfrute de esta extraordinaria zona.

    El panorama es contrastante con otras regiones del país, donde la sequía se enseñorea o el paisaje se ve gris o semidesértico. Y no hablamos del norte con vastas zonas de aridez quemante, ¿no? Recién tuve la oportunidad de ver ocho municipios conurbados de Pachuca con enormes serranías llenas de caseríos sin el verdor de los árboles, ya no digamos zonas boscosas.

    Una zona gris, seca, atemorizante si se piensa tan sólo en el consumo de agua.

    La capital poblana ha crecido espantosamente.

    Esta zona metropolitana tiene más de mil 300 colonias reconocidas formalmente y el poblamiento no para con el desafío que ello implica: agua, drenaje, alumbrado, vigilancia, pavimento, transporte, mercados y demás servicios y requerimientos para la vida mínima de más de 3 millones de habitantes en esta mancha urbana que une a dos estados y casi una decena de municipios.

    La hemos visto recientemente desde las alturas de algunos de sus más grandes edificios: ese emblemático gigante del sur de Angelópolis y la Torre de la Rectoría de Ciudad Universitaria. Por los cuatro puntos cardinales el paisaje es una cuadrícula urbana interminable.

    El horizonte por los cuatro costados es impresionante. Bello y multicromático por la noche. Terriblemente retador para los gobernantes. Un monstruo urbano que demanda y consume todo de manera insaciable.

    La ciudad es bellísima. En la antigüedad hubo épocas en que llegó a rivalizar con la misma capital del país. Los pobladores originales de esta zona y luego los colonizadores no dudaron en poblar y asentarse para disfrutar para siempre esta superficie paradisiaca con montañas, fauna, ríos, bosques y clima excepcionales.

    Ciudad, capital, zona metropolitana, hermosa pese a todo. Pero un reto formidable en espera de gobiernos con visión, talento, responsabilidad, arrojo y compromiso.
    *

    Paréntesis social

    Recién cumplió 97 años un poblano de cepa y calidad excepcional, me refiero al empresario Jorge Rodríguez Pacheco.

    Hijo del exalcalde poblano Francisco Rodríguez, don Jorge ha sido empresario, inventor de equipo y herramientas en su campo de producción, visionario en diversas áreas de inversión, deportista incansable, viajero y hombre altruista.

    Le enviamos un abrazo afectuoso… ¡Salud Jorge!

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