La inseguridad y los talentos en la banca

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    Los índices de inseguridad gritan un reclamo de acciones concertadas de los tres niveles de gobierno

    XAVIER GUTIÉRREZ

    Lunes, Febrero 5, 2024

    La inseguridad pública se ha consolidado como el problema número uno del país.

    El fenómeno grita su presencia y las autoridades de los tres niveles no aciertan con el remedio. Todo mundo sabe y acepta que el asunto ni es fácil ni se resuelve de un día para otro.

    Lo grave es que el gobierno que termina se vio como la gran esperanza para afrontarlo con éxito y eso no ocurrió.

    Es común definirlo como multifactorial. Y en el saco que lo explica caben: corrupción, complicidades, impunidad de tiempo atrás y de ahora, redes de beneficiarios, etcétera.

    Cada día que transcurre la nervadura que lo genera y protege se anuda más. El gobierno ofrece estadísticas con disminución, pero la percepción general muestra otra cosa. Lo único cierto es la incesante cascada de víctimas, testimonios y proliferación de hechos en la geografía nacional.

    Don Facundo Rosas, el funcionario poblano que estuvo en un alto cargo del área de Seguridad federal hace varios años, narra una experiencia de éxito que él comandó en Ciudad Juárez, Chihuahua.

    Expuso hace poco cómo este problema, que en aquella ciudad norteña de tiempo atrás era un peligroso cáncer; afrontado de modo integral dio como resultado una disminución notable. Y sostiene con estadísticas y datos públicos verificables, que el espinoso asunto casi llegó a cero.

    Si no mal recuerdo, cita que un punto clave fue afrontarlo de fondo y con todos los sectores de la ciudad. Es decir, no sólo el flanco policiaco ni con elementos represivos. No, eso sólo fue una parte. Se diseñó un programa de ataque en los segmentos educativo, económico, de salud, empleo, transporte, vigilancia, vivienda, servicios, supervisión, labores de inteligencia y confluencia de los tres sectores de gobierno.

    Se aprobó el plan, se mantuvo firme y sostenido, con una revisión ininterrumpida cada día, y los frutos fueron altamente satisfactorios.

    En el otro extremo del país, Yucatán como estado, ha sostenido un clima muy aceptable en materia de seguridad. A veces se le mira como un islote en la república. Por supuesto, tiene otras particularidades que lo hacen diferente a las regiones candentes y geoestratégicas para el crimen organizado.

    Sin embargo, ofrece un reporte positivo. Es un modelo para nada desdeñable.

    Cierto, Ciudad Juárez no es el país, pero puede tomarse, junto con Yucatán, como un par de laboratorios dignos de análisis para tomar y aplicar en otras partes las lecciones con buenos resultados que han arrojado.

    Una cosa es incuestionable para afrontar ese problema con dimensión de cáncer gigantesco y en versión de metástasis que azota a la nación, se requiere férrea voluntad política, inteligencia resuelta y mano implacable. Esto último, con sustento firme en la ley, supone, por supuesto, combatir las redes de complicidades que existen en el poder mismo, desde gobernadores hasta ministros y jueces, pasando por alcaldes y policías.

    Estamos a tiempo. Cada día que pasa sin acciones de esta envergadura, la dimensión de la bola de fuego crece peligrosamente.
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    Talentos en la banca

    Cuando las instituciones cojean por carencia de elementos humanos, basta revisar con lupa y rigor el poliedro social de una ciudad o un estado para encontrar piezas de formación y experiencia dignas de ser aprovechadas. Hay caminos para hacerlo. En algunos casos pudiera ser a partir de sus conocimientos, en otros con su operación directa.

    Esto, aparte de revisar la membresía profesional de la cantera que ofrecen instituciones como las universidades del Estado.

    Hemos citado el caso de Facundo Rosas. Otro sería, por ejemplo, el médico José Antonio Martínez, exsecretario de Salud del Estado de Puebla, uno más José Luis Sorcia, exsecretario de Educación de la entidad, por citar a personajes con experiencia probada y probidad.

    Sorcia es dueño de una hoja curricular de calidad. Pasó por la SEP y demostró, que con fino olfato político, prudencia y energía en dosis balanceadas, se puede sacar a flote con buenos resultados una dependencia que es clave en la administración pública estatal.

    En Puebla, como dice el dicho: “hay madera para tallar santos y hacer guitarras” de calidad.

    Le recuerdo que cada semana tenemos una cita para platicar de las mil facetas del idioma español, los jueves de 7 a 8 de la noche por RADIOBUAP, por internet y en el 96.9 de FM, en “Te lo Digo Juan…”

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