Lunes, Mayo 8, 2023
Leer más sobre Xavier Gutiérrez
Lo relevante de una celebración y el cómo enriquecerla en el porvenir
El desfile del 5 de mayo en Puebla tradicionalmente ha tenido muchos usos.
Ha sido escaparate para hacer propaganda, proyectar la imagen, presumir logros, destape de candidatos, ventaneo ante el presidente en turno, derroche y negocio.
Claro, también se ha usado como bola de cristal para atisbar el futuro de políticos.
Con el paso del tiempo, y ante el desgaste que esto provoca, quizá sería momento de innovar esta celebración cívico patriótica. De eso hablaremos más adelante.
El preludio del desfile es un acto cívico solemne ante la estatua ecuestre de Zaragoza allá en Los Fuertes. Es la otra escena de la misma efeméride. Ahí han hablado presidentes, secretarios de Estado, figuras relevantes. Otro escaparate con un cierto parecido al que tenían los toros. A las plazas de toros la gente iba a ver…pero sobre todo a que la vieran.
Este 5 de mayo último no fue la excepción. El presidente López Obrador trajo a casi todo su gabinete. Él conoce muy bien este escenario. Cerca de tal sitio, llenó al menos una vez el estadio de beisbol “Hermanos Serdán” en una de sus tres campañas presidenciales.
Y en la zona de Los Fuertes encabezó un mitin de unas diez mil personas en su última campaña, luego de un torrencial aguacero que no ahuyentó a sus seguidores.
En el acto de esta semana, acorde con su estilo, pronunció un excelente discurso. Una pieza bien armada, pinceladas emotivas de la batalla del 5 de mayo con los antecedentes, el marco histórico, la guerra y las consecuencias del hecho.
Datos, nombres, fechas, referencias curiosas poco conocidas de Lincoln y Guillermo Prieto, de Juárez y Almonte, los generales, la tropa, la geopolítica del mundo de esos tiempos. Una síntesis histórica expuesta con elocuencia que mantuvo la atención fija de los testigos del acto y quienes lo seguían por televisión.
Habló también el gobernador Sergio Salomón. Un discurso bueno. Acaso le hizo falta emoción y unos tres ensayos. Hubiera lucido mucho en esta extraordinaria ventana con proyección nacional.
Vino el desfile. La organización cronométrica. Se advirtió la mano de los militares. Comparado con paradas de otros años, la de esta ocasión con toda franqueza fue apenas regular. Se notó armada con poca anticipación, como carente de recursos y de imaginación.
Los carros alegóricos pobres y lejos del ingenio y la fastuosidad de años anteriores. El acento militar esta vez resultó notorio por la celebración de aniversario del Colegio Militar, cuyo protagonismo fue evidente.
Por lo que hace a los contingentes escolares, no se observó una calidad uniforme en todos los participantes. Pocos con admirable marcialidad, disciplina, colorido y brillo. Dejó la sensación de que el desfile de este año fue preparado sobre las rodillas y con cierto desdén.
Lo peor de todo fue la narración que por televisión hizo una dama en vivo para todo el país. Una interminable verborrea que no siempre correspondía con los grupos que se veían en pantalla; largos y farragosos textos leídos con el sistema de “lectura dinámica”; palabrería inútil y hueca nada que ver con el espectáculo de la pantalla.
La locutora de marras repitió como mil 848 veces una frasecita que se le pegó todo el tiempo, “hagámoslo juntos, hagámoslo por Puebla”, decía mas o menos. Ridícula y espantosa la fallida crónica.
Decíamos al principio que las autoridades y responsables de este acto, tienen que inyectarle nuevos bríos para levantarlo de la etapa de decaimiento y desgaste que vive.
El desfile de Puebla y el 5 de mayo es el acontecimiento cívico e histórico más relevante de Puebla por antonomasia. Por ese hecho, tal celebración debiera tener un marco de por lo menos tres tiempos que pongan de relieve la importancia que tiene. Un antes, un durante el mes de mayo mismo, y unos días después.
Van algunas ideas, sólo enunciativas. Se podrían organizar concursos estudiantiles en diversas disciplinas en los meses previos a mayo, y en tal fecha premiar a lo mejor de la entidad en múltiples rubros. El interés de alumnos, planteles, padres y maestros tendría una desembocadura natural en tal ocasión, con entusiasmo y orgullo por méritos alcanzados.
El acceso gratuito a la Feria de Puebla sería un merecido premio a todos los participantes en el desfile. Si ya está en vigor esta medida, en buena hora.
Los mejores carros alegóricos, elaborados por regiones o temas, deberían recibir premios en un acto especial al día siguiente del desfile. De igual manera los planteles o grupos desfilantes.
El estímulo e interés por lucir y conquistar triunfos sería una saludable competencia para todos los protagonistas del estado. Se podría premiar con un sitio de honor en la tribuna del desfile a los mejores estudiantes de Puebla, desde primaria hasta el nivel universitario, como un merecido reconocimiento al talento.
Mayo podría ser un mes ideal para organizar, por ejemplo, una feria o exposición de inventos o las mejores artesanías del estado; establecer para tal mes un extraordinario escenario, digno y de alta calidad, con accesibilidad para todo el mundo, con lo mejor de la oferta gastronómica de Puebla. Esto por una razón simple e irrefutable: un alto porcentaje de los turistas que llegan a esta capital, lo hace para disfrutar su famosa cocina.
Gobierno estatal y municipal deberían tomar como eje tal fecha, el 5 de mayo, para otorgar la “Medalla 5 de Mayo” y la Cédula Real a dos o tres personajes de muy reconocidos méritos. Un concurso de teatro de contenido histórico podría cubrir fechas durante todo el mes de mayo y convertirse, aparte de un espectáculo artístico de primera calidad, una vía excelente para difundir y conocer mejor la historia de Puebla y del país para todo el público.
Un concurso de carteles con la participación de alumnos de las licenciaturas de Diseño y Comunicación de las universidades; una producción cinematográfica corta o un documental en torno a la efeméride poblana; un programa musical de alto relieve; un programa de visitas turísticas guiadas a Zacapoaxtla y Xochiapulco; en fin, estoy seguro que hay toda una cantera de ideas de los poblanos, sobre cómo enriquecer de contenido y forma esta tradición de tan hondo significado.
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