LA AGENDA FUTURA AMPLIA Y CON ENORMES RETOS.
Ricardo Caballero de la Rosa
La eficiencia con la que trabaja en el gobierno, el ritmo con que crece la economía, las características del clima de negocios y la calidad de la infraestructura son los aspectos básicos que influyen en la competitividad de un país. A juzgar por estos, México ha ido perdiendo competitividad en los últimos años.
En efecto, de 64 países evaluados por el Índice de Competitividad Global 2023, México aparece en el lugar 56, habiendo perdido un lugar con respecto al año pasado, pero seis lugares en los últimos cinco años, lo que significa que aunque el país se recupera, como nación no hemos avanzado en nuestra integración, en las decisiones públicas y en su impacto en la economía.
Dinamarca, Irlanda y Suiza son los países que lideran este indicador internacional, el cual representa una referencia obligada para los inversionistas, para los gerentes que toman decisiones en empresas, para los gobiernos y para los agentes económicos y financieros.
Los factores que el indicador toma en cuenta son el desempeño económico, la eficiencia gubernamental, la eficiencia de negocios y la infraestructura. El propósito del indicador es que los países atraigan talentos y los retengan, para que crezcan y se inserten de manera definitiva en los diferentes mercados, así como atraer recursos y generar nuevas inversiones.
El país aparece en dos factores en los últimos lugares y en otros dos en mejores lugares. En cuanto a la eficiencia gubernamental México aparece en el lugar 60 (cerca del último lugar) y en infraestructura en el 59, también entre los últimos. Respecto al crecimiento económico ocupa el lugar 30 y el 51 en eficiencia empresarial.
Para hacer frente a estas situación, la agenda es amplia y representa enormes retos, pues deberán implementarse medidas estratégicas para impactar la infraestructura logística a fin de aprovechar el llamado nearshoring, es decir, la relocalización de empresas para canalizar inversión extranjera directa y crear empleo.
Asimismo, mejorar el ambiente de negocios, reducir la incertidumbre mediante mejores condiciones políticas y sociales, así como renovar el marco de justicia, seguridad y democracia, lo que conlleva el impulsar el crecimiento del mercado interno a través de la innovación, hacer eficiente la relación con economías relevantes en el mundo y promover reformas estructurales para una mejor educación y energía limpia.
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