Aurelita, Doña Chayo, Pepe Chedraui, puras visiones

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    Viernes, Septiembre 22, 2023

    Es el carnaval de los trepadores, concurso de sinvergüenzas por doquier

    XAVIER GUTIÉRREZ

    La verdad, hacen el ridículo. Verdaderos desfiguros.

    Esa es una de las formas más vulgares de degradar la política. Y está de moda.

    Y les dan alas, los alientan. Porque quienes cuidan la puerta de entrada son iguales.

    Me refiero a la súbita aparición de la señora Rosario Orozco viuda de Barbosa, en la “cola” de quienes quieren ser gobernador.

    No digo que no tenga derecho. Tiene todo el derecho del mundo. Como cualquier dama o caballero que cumpla los requisitos.

    Pero antes tienen que mirarse al espejo. Deberían.

    Tienen que escuchar a quienes con autoridad moral y política les den una opinión.

    Dejemos lo de autoridad. Por lo menos una persona cuerda y sensata que les diga con toda sinceridad que primero vean el piso donde están parados.

    Luego que sean sinceros consigo mismos.

    Aquí es evidente que no hay eso. Levantan el dedo y se visten de novillero y salen a partir plaza.

    Puras visiones. Y atrás, “consejeros” o parientes que los empinan.

    Y los protagonistas, con sueños infantiles o voracidad inaudita de poder. Hambre de riqueza a corto plazo. Se suman al tropel con motivaciones y afanes casi patológicos.

    Y en las aduanas, gente que les aplaude y estimula porque algunos así han llegado.

    Se treparon al carro de la fortuna abriendo puertas, aplaudiendo como focas, doblando el espinazo, adulando al que manda y colocándose como alfombra…o con otra posición impublicable.

    No veo la diferencia entre estas ganas de brincar, de figurar, y las de un dipsómano lenguaraz que, con cuatro alcoholes entre pecho y espalda les dice a sus cuates en la cantina de la esquina: “¿cuánto van a que me lanzo pa´gobernador...?”

    Querer, cualquiera quiere.

    Este caso en particular me recuerda la anécdota que me contaron de doña Aurelia, viuda de don Blas Chumacero.
    Sí, también viuda. Sí, también de un gerifalte en eso de la redención de los pueblos.

    El veterano y voluntarioso don Blas era miembro del Consejo de Administración del IMSS en la capital del país. Elemento destacadísimo de la cúpula que “decidía” las políticas del Seguro, junto con la parte empresarial y la gubernamental.

    Muere repentinamente el vetusto líder obrero. Y Aurelita, en menos de lo que Fidel Velázquez prendía un puro, se lanza de inmediato a las oficinas centrales del IMSS.

    Se anuncia. El consejo estaba en sesión. Exige entrar a la reunión. La frenan, la interrogan. Y ella, elevando el tono reclama:

    -“¡Yo soy la viuda de Blas Chumacero y vengo a ocupar su lugar en el Consejo de Administración..!”

    Los ujieres se quedan estupefactos. No saben si reír o soltar la carcajada. Entran a consultar. Aurelita se consumía en su propio berrinche. Blandía el índice contra los guaruras. Apuntaba amenazante lo mismo al averno que al inframundo.

    Sale un funcionario con un manojo de cortesía en los labios.

    -“Señora, lo lamentamos mucho, pero usted no tiene derecho a pasar. El consejo tiene sus normas y ya se aplicaron…”

    Aurelita se pone “como chirrión de huehue”. Grita, manotea y amenaza.

    -¡Yo soy la esposa de Blas y le voy a comentar este maltrato a don Fidel…”

    Se va echando rayos y centellas, sapos y culebras.

    Don Fidel tampoco la recibió.

    Al siguiente día regresa a buscar al director del IMSS. Hace antesala horas y horas y horas. El funcionario sale por la puerta de atrás y la santa señora se queda de guardia.

    Repita esta operación dos y tres días. Hasta que le dicen con toda claridad:

    -“Señora, por favor entienda usted: la representación la tenía su esposo, al fallecer, la CTM ya nombró a otro representante obrero y ya tomó posesión. Lo sentimos mucho, usted no puede pasar ni la recibirá el señor director.”

    Tan tan…

    La política es un asunto frío. No caben sentimientos ni difuntos. Es un juego de arreglos, acuerdos y poder.

    Por todo esto y las reglas que privan en ese mundillo, es más que claro que la señora doña Rosario, “Chayito” como le dicen los lambiscones, vive un sueño guajiro en eso de sus aspiraciones a gobernar Puebla.
    El caso es pintoresco, pero ocurre porque Morena no ha tenido el mínimo rigor en conformar sus filas.

    Han entrado y entran oportunistas, trepadores, chaqueteros, simuladores y lamesuelas como si se tratara de mingitorio de terminal de autobuses de cuarta.

    Véalos, ahí están en torno a los aspirantes a la gubernatura. Una bola de pillastres, impresentables por sus trapacerías y robos en ayuntamientos, cargos segundones o trepadores que van de partido en partido buscando fortuna.

    Un caso, de otra procedencia, pero de similar factura y motivaciones: el empresario Pepe Chedraui. Ahí está, igual en la hilera con derroche de espectaculares, esperando el empujón del gobierno estatal, para abrir a golpe de billetazos la puerta de Morena.

    Esto se ve en los partidos.

    Un brutal envilecimiento, bajeza en formas y fines…

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