La medianía prevalece casi en todo y así no se avanza.
XAVIER GUTIÉRREZ
A veces, echando un vistazo somero a Puebla estado, pareciera que vive un proceso degenerativo.
Como que le sucede algo similar a cierta etapa de vejez en los seres humanos.
Estoy seguro de que no es así, y me inclino a pensar que son momentos de pesimismo.
Pero también ocurre que uno se encuentra a personas de distintos ámbitos y comparten tal visión en cierta medida.
Y es que un punto de coincidencia es el ejercicio del poder en Puebla, concretamente la rotación de tantos gobernadores en tan corto tiempo y la tendencia a la baja en la calidad de los gobernantes.
Ciertamente, en la cúspide del poder en Puebla no hemos tenido mentes especialmente brillantes. Han pasado elementos con una aceptable estatura ética y resultados positivos. Pero han sido escasos y hace tiempo.
La última década ha sido perdida.
La muerte, el infortunio y las soluciones parchadas han dejado un boquete en la marcha de la entidad.
Múltiples índices evaluatorios reportan números negros. El contraste con otros estados pone a Puebla en sitios muy abajo en la tabla de clasificación del avance, el progreso.
La inversión, el empleo, la calidad de la democracia, el grado de pobreza, la seguridad, en todo, el reporte para el estado es de la medianía hacia abajo.
Se dan casos aislados de éxito por acá o por allá. En algún deporte, en determinada actividad aparece un destello, como la reciente distinción de tres pueblos mágicos y bellezas naturales que reportó la revista “México Desconocido”, resultado de una encuesta de más de ochenta mil viajeros.
Pero son eso, la excepción, no la constante.
Hasta la calidad noticiosa derivada de las actividades o protagonismo de nuestros gobernantes o representantes populares es mediocre. La narrativa pobre, la ausencia de talento es evidente por doquier, las ocurrencias dominan el día a día, la inercia marca el destino.
Marcha Puebla como en un mar de mediocridad hacia el puerto de la incertidumbre.
Y lo grave es que no sólo es en el ejercicio del poder donde se ve el vacío o la ausencia de brillo, calidad y empuje. También se extiende, o parece, en otros sectores. Probablemente como efecto indirecto o directo del estilo del poder máximo.
Las universidades experimentan esa suerte de síndrome de adocenamiento, igual que el sector productivo, los poderes legislativo y judicial. Estos últimos sólo son noticia cuando brotan escándalos, denuncias, desacuerdos o casos de corrupción.
Los niveles de poder referidos están ausentes, viven en su pequeño universo en un ambiente de sumisión con olor a servidumbre.
Los medios van igualmente por ahí. Priva un ambiente de zonas de confort donde se cuidan los contratos publicitarios, el embute gubernamental, las redes de negocios. Se multiplica todo esto, y sólo se escuchan aplausos y chismes de poca monta. Son contadísimos los espacios, más bien individuales, en donde se leen análisis o críticas de respeto.
Acaso por esto E-consulta, este espacio que ha defendido Rodolfo Ruíz a capa y espada, adquiere un lugar especial, donde se leen análisis con independencia y razonable juicio.
La ausencia de crítica y autocrítica no resulta benéfico para nadie. Sí puede dar idea de un ambiente de concordia, armonía, pero esa fórmula jamás es el método para crecer.
La apariencia de unidad transmite un paisaje grato, pero es en la crítica, la propuesta y la discrepancia de donde habrán de brotar ideas y acciones que arrojen luz y dinamismo a una colectividad.
El agua estancada se pudre.
O como dicen en mi pueblo, se apoxcahua…
ALFORJA
UNA TIENDA SINGULAR. Siempre es un buen día para conocer y reconocer Puebla. Jueves santo, por ejemplo. Paso a saludar a don Pepe El Gallo, el dueño del negocio del mismo nombre, ubicado en la 3 Sur, entre 27 y 29 Poniente, a la vuelta de la iglesia del Perpetuo Socorro.
Y lo encuentro, inusualmente, sentado. Jamás lo había yo visto así. Y es de llamar la atención porque se trata de un negocio con una actividad febril todo el día, todos los días del año, todoooos!
Ahí nadie descansa. La clientela entra y sale ininterrumpidamente todo el tiempo y reclama una atención expedita, precisa, diría un viejo tendero “rápido y con buen modo”.
Y así es ahí. Don Pepe y sus colaboradores son diligentes, atentos, cordiales y con una disposición de buen trato invariablemente. Seguro que esa es la razón de su éxito.
Pero la tienda es más que un centro de provisión de cosas para la cocina y el hogar. Es mucho más que eso…
Es una especie de museo de cosas, olores y sabores. De una enorme variedad de productos que, pasados por las sabias y mágicas manos de las señoras de las casas poblanas, hacen las delicias del estómago.
Es quizá, aquí en Puebla, lo más cercano a las viejas y preciosas tiendas de pueblo. Esos lugares inolvidables de las comunidades remotas, donde uno encontraba desde una lata de sardina hasta un machete.
El origen de este atractivo tendajón es ese precisamente. El papá de don Pepe el Gallo tuvo una de esas viejas joyas del comercio pueblerino en una ciudad veracruzana. Ésta es una reminiscencia de aquella, puesta al día claro.
En verdad, se le van a uno los ojos de todo lo comestible, apetecible y deseable que ahí se encuentra, todo rigurosamente ordenado y de excelente calidad.
Bien por conservar un recuerdo vivo, activo, dinámico, de ese centro de trabajo y laboratorio de cocina que es “Pepe el Gallo” de la 3 sur.
¡Larga vida para un lugar donde se gana la vida, se conserva una añeja forma de la idiosincrasia mexicana y se sirve a los poblanos…! Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.
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